Un día caluroso de verano del año 2012, venía llegando a su departamento mi hermano Roberto. Para capear el calor, se dirigió a la cocina a buscar una cerveza. La abrió y se fue a sentar al balcón. En ese tiempo pasaba muchas ideas de negocios por su cabeza, ya que había vendido la empresa de distribución de gas licuado a la que había destinado casi toda su vida laboral. Cuando digo toda la vida, es casi literal, ya que se levantaba todos los días a las 6 am para llegar a las 7.10 am a abrir su local, y terminar el día cerrándolo a las 11.00 pm, 7 días a la semana, 365 días al año. Cómo se encontraba en esa situación de seudo "desocupado", pero con la inquietud que caracteriza a los integrantes de nuestra familia, miró la botella que había abierto y pensó "esto no es basura, es materia prima". Posterior a ello, pensó en la cantidad ¿Cuántos departamentos hay en este edificio? ¿Cuántas botellas se generan al día? ¿Alguien reciclará estas botellas? Fue en ese momento, cuando surgió la idea de comenzar a recuperar envases de vidrio.
Con la idea en la cabeza, comenzó a buscar empresas recicladoras en Chile, hablamos de comienzos del 2013, cuando hablar de reciclaje en nuestra región era algo que pocos hacian. En su búsqueda encontró dos empresas que compraban "basura" para transformarla posteriormente en nuevos productos. Una de ellas, el fabricante más grande de envases de vidrio del país, que en ese tiempo pagaba muy poco por el material y la cual descartó casi de inmediato, y la otra, la recicladora de plástico PET más grande de Chile, llamada RECIPET. Con esta última pudo generar un acuerdo y establecer un precio para abastecerlos de botellas plásticas. Si bien la primera idea fue el vidrio, era poco viable en ese momento, así que opto por la segunda.
Con un acuerdo para la comercialización de los residuos, se dispuso a ver cómo recolectaría las botellas. Encontró entonces agrupaciones que promovían el reciclaje y que ya habían avanzado con la recolección, pero de manera muy incipiente. Aunque no lo sabía en esos días, inició una política de colaboración que hasta el día de hoy es muy fuerte en nuestra empresa, ya que decidió trabajar en conjunto con dichas agrupaciones. Su rol sería entonces, recolectar, acopiar y despachar al valorizador. Paralelamente las agrupaciones fomentarían el reciclaje. Para comenzar la operación, llamo a Don Pablo y Don Victor, administrativo y chofer respectivamente, que habían trabajado con él en su distribuidora de gas licuado. Así Morcas inició sus primera recolecciones y despachos.
A medida que iba avanzando el proyecto, comenzaron los acuerdos con algunos municipios de La Araucanía, donde se vieron a aparecer los primeros receptáculos de malla acma, para depositar envases botellas plásticas, en Temuco y Angol principalmente.
Ahora bien, un punto importante era poner el nombre a la empresa, el que tiene su origen en las primeras tres letras de los apellidos de sus dos socios originales. Las letras MOR de Moreno y las letras CAS de Castro, el primer apellido de mi hermano (que es el mío también) y el primer apellido de nuestra madre.
Pasados 4 años desde el inicio de la empresa, el negocio se mantenía, pero estaba estancado. Principalmente, y como muchos de los que se dedican al reciclaje sabrán, el llevar las botellas a Santiago, es básicamente transportar aire 700 kilómetros al norte, por lo que el costo de envío era muy caro. Roberto trató de reducir ese costo, yendo él mismo a dejar las cargas a la Región Metropolitana. Paralelamente compro un molino para chipear las botellas y hacer más densas las cargas. Aun así, las toneladas que se tenían que procesar eran muchas, en relación las 111 toneladas al año que despachaban en 2016.
A mediados del mismo año, yo me encontraba volviendo a vivir a la casa de mis padres, sin ningún peso en el bolsillo. Había fracaso en un proyecto digital, la verdad venía con la moral super baja. Pero como tengo el mismo gen de Roberto, estaba buscando que hacer para volver a emprender. En ese momento, mi hermano me invitó a participar de su proyecto, Morcas, que si bien lo conocía, no lo había podido estudiar a profundidad para tener una noción más clara acerca del negocio. Comencé a investigar y al poco andar, encontré estudios y catastros sobre los vertederos de la región, que estaban próximos a colapsar, no todos, pero muchos de ellos. Pensé entonces, "Si no tenemos vertederos la solución es muy fácil, hay que reciclar, estamos exactamente dónde tenemos que estar". Por otra parte, hice la evaluación del proyecto y me di cuenta de que estábamos a mitad de camino, para llegar al punto de equilibrio teníamos que recolectar y procesar 25 toneladas mensuales de plástico PET, y se estaban procesando un poco más de 9 toneladas, estábamos un poco lejos. Siempre me han gustado los desafíos y este era uno de esos en que podíamos hacer un negocio aportando a nuestra región y el planeta, diminuyendo la carga de residuos que llegaban a los vertederos. Así que acepte la invitación de mi hermano, pasando a ser su socio en este emprendimiento, pero con mi rol super claro, abastecer la bodega de plástico y llegar a las 25 toneladas mensuales.
Todos los que han intentado aterrizar un sueño, sea un emprendimiento, un logro deportivo o simplemente una meta, sabe que en el proceso, pasar de 0 a 1 es todo un mundo. Si bien, tenía claro mi objetivo, se me hizo muy complicado lograrlo. Fue entonces cuando le propuse a Roberto diversificar el negocio y encontrar otros residuos que gestionar. Sumado a eso, los vertederos de La Araucanía básicamente ya habían colapsado y muchas comunas comenzaron a enviar sus residuos a la Región del Bío Bío, con un costo altísimo. En este punto, fue donde comenzó a cambiar la historia de Morcas. Ahora reciclar no era algo bonito, era algo necesario, en algunos casos reciclar salía más barato que enviar los residuos a rellenos sanitario, por eso era fundamental ampliar los tipos de residuos que podíamos recuperar.
Durante el año 2017, Inacap nos invitó a dar una charla, con mi mente en búsqueda de incorporar otros residuos a nuestra cadena, sin darme cuenta había terminado compartiendo escenario con Claudia López, representante de Cristalerías de Chile ¿Se acuerdan de la primera empresa que mi hermano visitó para reciclar pero que descartó? la misma. Pero para mi mala suerte, terminamos discutiendo arriba del escenario, algo que hoy contamos como anécdota con dicha representante de la cristalera. Por suerte, había una comida posterior a la charla, donde pudimos compartir opiniones con más calma e iniciamos las conversaciones para poder iniciar un proceso de captación de vidrio en Temuco. A los pocos meses presentamos un proyecto a la compañía recicladora de vidrio, el cual fue aprobado, y donde Cristalerías de Chile invirtió $70 millones en contenedores para la captación de vidrio en Temuco. Creo que desde ese momento, con Roberto comenzamos a aterrizar esta nube llamada Morcas. Pero en ese aterrizaje, había que invertir en un camión, para el cual no teníamos los recursos. Fue en ese momento, que nuestro papá actuó cómo aval y pudimos conseguir el financiamiento para adquirir el equipo. Pero tampoco teníamos recursos para capital trabajo. Así que nos subimos los dos arriba del camión a recolectar el vidrio de los contenedores. Siendo sincero, fue lo mejor que nos pudo haber pasado, gracias a ello conozco casi todas las comunas de La Araucanía y al momento de estudiar alguna iniciativa, sabemos muy bien cuales son las variables que afectan un proyecto de reciclaje en el territorio. Además tuve la suerte de conocer a muchos dirigentes sociales, que hasta el día de hoy nos retro alimentan.
Ya en el año 2021 y con pandemia de por medio, hemos podido lograr la mayoría de nuestros objetivos. El último, valorizar localmente residuos que por temas de precio era imposible enviar a Santiago. Así, hace unos meses firmamos un contrato con Tetra Pak para instalar la primera planta de valorización de cartón para bebidas del sur del país, con la que buscamos recuperar 150 toneladas al año de este material. Además en conjunto con Cristalerías de Chile, estamos próximos a inaugurar el primer centro de acopio de vidrio para el sur del país, con una capacidad de recepción de 1.000 toneladas/mes del material. Tenemos que destacar que trabajamos con 18 comunas de La Araucanía y durante 2020 comenzamos a trabajar con 3 de la Región del Bío - Bío. Nuestro equipo también ha crecido, a esas 3 personas que iniciaron la operación de la empresa, se le sumaron 22 más.
Si bien, podría seguir contando un sin fin de anécdotas y logros, lo que me gustaría expresar en estas palabras, es que Morcas es una empresa que partió como una idea en un balcón y que se ha ido construyendo con nuestro esfuerzo, el apoyo de nuestras familias y el de todas las personas que trabajan, colaboran y creen en nosotros. "Como no vamos a ser capaces de poder resolver esto" le dije una vez a mi hermano, y aquí estamos.